Anímate a sembrar
Es importante que antes de sembrar prepares la tierra, asi las plantas podrán crecer sin problemas. Para ello debes quitar todos los yuyos (malas hierbas, maleza), airear, ablandar y abonar el suelo.
Prepara la tierra
Comienza quitando todas las piedras y yuyos que pueden dañar el cultivo de las plantas. Esto puedes hacerlo a mano o removiendo la tierra con la ayuda de una azada. Te recomendamos humedecer la tierra antes, así te será más fácil arrancar los yuyos desde la raíz.
Ahora es el turno de airear y ablandar la tierra, o como lo conocemos comúnmente, dar vuelta tierra. Utiliza una azada o pala de dientes, asegurate de que la tierra no este muy seca o muy mojada. Si esta muy seca se hará polvo y si esta muy mojada se apelmazará.
El paso siguiente, es abonar el suelo con nutrientes para mejorar la composición de la tierra. De esta forma podrá alimentar a las raíces para que las plantas germinen de la mejor forma. Existen diferentes tipos de abonos, como el orgánico, el mineral, los organismos vivos o el compost. Si utilizamos compost conseguiremos aumentar la capacidad de la tierra para retener el agua. Mezclamos la tierra suelta con el abono para que la tierra quede bien nutrida.
Antes de sembrar debes eliminar los terrones de tierra que han podido formarse al removerla y nutrirla.
Es hora de sembrar
Cuando la tierra está lisa se reparten las semillas por encima y se recubren con tierra. La cantidad de tierra que se pone por encima depende del tipo de semilla que queramos plantar, generalmente se coloca muy poca tierra y en algunos casos ninguna sobre las semillas, la capa de tierra que las cubra debe ser como mucho de 2 a 3 veces el tamaño de las semillas.
Existen distintos tipos de siembra. La directa, que se realiza depositando las semillas en pozos o surcos o a voleo sobre la tierra. O en almácigos para luego trasplantar los plantines a la tierra. El almácigo generalmente se utiliza cuando son semillas delicadas que necesitan estar protegidas del frío, las heladas, la lluvia o los rayos del sol. Cuando son semillas grandes y fuertes se siembran directamente en la tierra.
Con la siembra directa conseguimos que las raíces profundicen más, se alimenten mejor y necesiten menos abono. De esta manera, la planta crece más fuerte y se acostumbra a las condiciones de la tierra.
Con plantines, hacemos referencia a la semilla ya germinada, con hojas y un sistema radicular parcialmente desarrollado.
Beneficios de tener una huerta en casa
Además de obtener productos mucho más saludables, ya que son totalmente orgánicos. Todo el proceso desde trabajar la tierra, plantar, el ver crecer la planta hasta llegar a la cosecha, es totalmente sastifactorio. En el momento que coseches el primer tomate, o la primera lechuga, lo entenderás.
Verás como comienzas a cambiar, ver las cosas distintas. Ya que al tocar la tierra, comenzarás a cuidar y valorar el medio ambiente, a respetar tu entorno, y crecerás como ser humanos.
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Referencias:
Fotos:
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