Francisco: la historia de una vida, vivida como una obra de arte.
Esta es la historia de Francisco, con sus 66 años de experiencias y aprendizajes, intentando transmitir con la palabra y el ejemplo, que han hecho que su vida sea una obra de arte.
En el interior rural de Uruguay, en una casa de adobe vivió sus primeros años, ayudando en tareas tan necesarias en el campo, como dar de comer a los animales, ordeñar, hacer leña o afrontando algún imprevisto, como cuando se engancha un animal en el alambrado. El campo es una vida de trabajo continuo, pero también llena de cosas que te hacen bien.
Un alma inquieta
Nunca estuvo quieto, nunca se rindió, se rebuscaba para salir adelante haciendo de todo, comenzó dando clases de guitarra, luego trabajó como operario en una curtiembre o como asalariado rural, entre otros.
Como dice el dicho, “no hay mal que por bien no venga”, a veces las cosas malas terminan siendo buenas, ya establecido en la ciudad, casado y con un hijo, se queda sin trabajo por un inconveniente de salud, es cuando pone un almacén para ir remando, con las verduras y frutas que le traían sus padres del campo y algunas pocas cosas más comienza a armar lo que pasaría a ser su sustento por más de 20 años.
De almacenero a taxista
Llegó la crisis de 2002 y con ella una nueva piedra en el camino, así como muchos tantos comercios, el almacén de Francisco se molió, las pérdidas eran muchas, y llegó el momento que no se podía aguantar más, y ahí fue cuando no le quedó otra opción más que cerrar.
Pero le quedaron esos más de 20 años detrás del mostrador, donde conoció a todos los vecinos, de quienes en muchos casos es confidente, que hasta el día de hoy se saluda con todos por el nombre y lo buscan cuando necesitan una mano o un consejo, porque saben que Francisco siempre está ahí, y que no se rinde para buscar una solución.
De la vida detrás del almacén pasó a intentar con una agropecuaria, pero los estragos de la crisis aún seguían y comenzar un nuevo negocio era difícil en esos momentos, así que abandonó el mostrador y realizó un cambio radical en su vida, fue entonces que empezó a trabajar manejando un taxi, con la misma sonrisa característica de alguien que disfruta la vida.
El trabajar en el taxi, le ha dado la oportunidad de conocer a un montón de personas, pasó de ser el confidente del barrio a ganarse la confianza de personas de todas partes de la ciudad, que lo llaman porque les agrada viajar y conversar con él, no importa la edad, ni la clase social, desde jóvenes a personas mayores, lo llaman amigo.
Querido por todos
Si vas, y preguntas por él en la estación de servicio, donde pasa todos los días a llenar el tanque, te dicen, “El Francisco, excelente persona, siempre hablando de esto y de aquello, un gusto estar con él, ¡es único!” y si justo hacía poco que había pasado por ahí, te cuentan alguna cosa que les dijo o qué hizo.
Hoy en día a pesar de alguna dolencia, sigue con su espíritu joven y siempre está buscando qué hacer. Para fines de este año dice que se jubila, veremos que hace, porque quieto seguro no se queda.
Si le das unos fierros, unos tornillos o lo que sea, él te hace una artesanía. Si se rompe algo, no lo tira, busca la forma de arreglarlo o lo recicla dándole la utilidad que menos te imaginas.
En su devenir, en el cambio permanente, así como las múltiples estrategias que ha trazado encontrando una vuelta a las cosas, con el trabajo como eje de la vida, han formado su identidad única, que las experiencias han moldeando.
Un completo autodidacta con una personalidad abierta y un espíritu libre, cosecha habilidades, conocimientos y experiencias de todo tipo. En este devenir, en esa tendencia permanente a la felicidad, sabiendo que esta se encuentra en el camino o en su búsqueda, lugar donde reside su gran espíritu vital, que como tal, transmite con una expresión sensible y natural a todo el que le rodea.
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