Simón Rodríguez: Un precursor de la igualdad y la justicia social
Maestro, pedagogo revolucionario.
Simón Rodríguez nació en Caracas en 1771, cuarenta años antes de que se firmara la primera constitución en Venezuela, donde a lo largo de su inquieta, intensa y trashumante vida, vivió el comienzo del final del imperio español y el nacimiento de emergentes repúblicas independientes.
Con una visión que trasciende a su tiempo, adoptando el apellido de su madre, este particular maestro y pedagogo se caracterizó por ser un revolucionario. Un vanguardista para su tiempo, de quien podemos decir que su característica más sobresaliente, es una autenticidad, que da cuenta de la integralidad que une su razón, su alma y su acción en pos de la emancipación de los pueblos americanos.
Su lucha, revolución por una educación popular
Desde muy jóven es testigo de los conflictos que se van dando entre las élites criollas y la corona española, principalmente vinculados a temas políticos y económicos.
Con 22 años se convierte en maestro, donde trabaja como educador de quien a la postre sería el libertador de varios países latinoamericanos (Venezuela, Colombia, Bolivia y Perú).
En el inicio de su rica actividad como educador surgen, dejándose entrever, los primeros rasgos de una persona con un gran sentido de responsabilidad y compromiso con su labor y con la comunidad. Pide al entonces llamado ayuntamiento de Caracas permiso para hacer una escuela donde la corona le da la negativa, ya que obviamente, para esta no era necesario educar a los habitantes de las colonias. Esto resulta evidente, si hacemos el ejercicio de ver, que en sus barcos, no llevaban gente para ilustrarse a Europa. Estos iban hasta el tope, con todas las riquezas necesarias para satisfacer a una realeza inoperante, acostumbrada a vivir ostentosamente, con una nobleza y una incipiente burguesía europea, que también se veía beneficiada por las riquezas procedentes de la abundante explotación de las colonias.
Lucha contra el poder hegemónico
En mi opinión, esta negativa lo va a marcar, y será el comienzo de un personaje disruptor de su tiempo histórico.
Con sus ideas políticas y sus prácticas pedagógicas dará batalla primero, al poder hegemónico de realistas, y luego, al de los herederos que continuaron reproduciendo un sistema prácticamente igual al que estaba antes de una independencia. En los hechos no hicieron más que cambiar el término esclavo por el de libre, donde en muchos sentidos, hasta la actualidad no se han concretado los principios que movilizaron a esta clase dominada, ignorante y excluida, a ser primera línea en las batallas que lograron poner fin al yugo colonial.
Igualdad como principio
En cuanto a la educación existente en ese momento, “eran espacios que reproducían fielmente cada uno de los estamentos de la sociedad” (Wainsztok,2013,p.20). Donde, la idea de educación popular de Simón Rodriguez de incorporar en las aulas, niños que no fuesen blancos, ya que para él: “la igualdad era un principio y no un objetivo” (Wainsztok,2013,p.52) era muy mal vista y no pudo prosperar.
No sólo, tuvo una corta vida el proyecto de Chuquisaca en Bolivia, donde incluso recibía denominaciones como “prostíbulo” o “lupanar”, de parte de las autoridades, sino, que hasta el día de hoy, no se ha logrado borrar del todo este órden estamental que existe en la educación.
Persecución
Luego de vivir, un tiempo en Estados Unidos y más tarde en Kingston en Jamaica, debido a la persecución de parte de colonizadores viaja a Francia en 1801, donde unos años después se encuentra nuevamente con Simón Bolívar. Es en el monte Sacro en Italia, que juran libertar Venezuela. Rodríguez, siendo muy consciente, del potencial de Bolívar y de que era él, quien podía llevar adelante sus ideas, lo convence o le da el empujón necesario, para que se incorpore a la lucha. Ofreciéndole incluso sus ahorros para que pueda empezar a construir lo necesario para lograr esta libertad. Con esto, nos da cuenta del grado de compromiso y autenticidad que tenía, a la hora de pensar y hacer.
Viajando por la revolución
Después del año 1806 y de haber vivido la coronación de Napoleón Bonaparte, como rey de Italia, Simón Bolívar, volverá a Venezuela. Teniendo en cuenta que son de vital importancia para la liberación de América las invasiones napoleónicas, para desviar la atención del Imperio en Bonaparte y dejar algo más de “cancha libre”, en las colonias donde las desatenciones son aprovechadas por los libertadores.
Por más de 20 años no se verán con Simón Rodriguez, ya que este, desde fines del siglo XVIII vivirá bajo el nombre de Samuel Robinson. Recorriendo varios países de Europa donde es probable, que haya tenido contacto, con el pensamiento de filósofos y personas, que tal vez dieron aún, más forma y cuerpo a sus ideas. Incluso, estuvo también en Rusia, dirigiendo una escuela en un pequeño pueblo.
Regresó a América por alrededor de 1823. Bolívar, cuando se entera que ha vuelto, unos años más tarde le otorga el cargo que le dará la posibilidad de dirigir la enseñanza en Bolivia.
Gracias a esto llevará adelante, aunque por muy poco tiempo, un proyecto de educación popular, ya que un año después se clausura “el intento del Estado no solo de volver las cosas a la normalidad imperante anterior a la introducción de los chicos indígenas en la institución escolar, sino la negación de que aquello hubiese alguna vez ocurrido”(Wainsztok,2016, p.61).
Es ahí, que se va de Bolivia, para no regresar más, con el sabor amargo que siempre da el fracaso, pero sin nunca perder o renunciar a sus ideas.
En Chile
Luego de la muerte de Bolívar por tuberculosis, unos años más tarde en 1830, sigue haciendo publicaciones, con fuerte contenido político, con una preocupación por cuidado de la escritura.
En 1834, toma la dirección de una escuela en Chile, donde nuevamente se tiene que ir, debido a sus escritos que no son bien recibidos por las élites de ese momento.
Se va a Latacunga donde sigue proponiendo cosas muy novedosas, como la enseñanza de castellano y quechua en vez de latín, así como también, el cambio de teología por ciencias, lo cual, era visto prácticamente como un acto de herejía en ese momento.
Su partida
Unos años más tarde fallece, en su último viaje en 1854 el “Rousseau tropical” como algunos lo conocían, con el pensamiento intacto, de que, “La idea de igualdad que sostiene Rodriguez a lo largo de toda su vida es una construcción conceptual universal, eterna e inmanente”(Wainsztok,2016, p.65).
Su vida, llena de problemas de “todo tipo, estilo y color”, es el resultado que él, personalmente, obtiene de una militancia por una educación popular. Con la creencia, de que se podía crear un mundo mejor para todos, pero principalmente, para la gran cantidad de desplazados, por las élites acaparadoras del poder de ese momento, para la liberación de América.
Quería que América, se encuentre con una identidad propia y no copiada del viejo continente, donde los hechos en la realidad americana actual, dan la razón a frases como esta, escrita hace casi doscientos años: “los acontecimientos irán probando, que es una verdad muy obvia la América no debe IMITAR servilmente sinó ser ORIJINAL” (Rodriguez,2004, p.48)
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